Zampate a tus enemigos. [Se desaconseja cualquier imitación de los actos contados]

Franchina llega al Reino del Sol aterida de frío y con el desasosiego del sueño por el intempestivo madrugón del avión.

No sabe si le disgusta más el hecho de comprobar que una reina está sujeta a la materia como los demás mortales, o las flaquezas de la vida, que abren un resquicio a la idea del fracaso.
No otra cosa significa para ella ver cómo en la escalinata del Consell no se halla Xicu Xicu sino que la aguardan Rinconete y Cortadillo.

El recuerdo de la debilidad y el frío ceden en el baño, tras un café con leche y un rápido retortijón. En el espejo es la de siempre y, al fin y al cabo, hay problemas o desgracias más acuciantes que aliviar el cuerpo.
[Hasta el borde]
El pueblo, un pueblo de trabajadores, sufre, aunque la razón le diga que es conforme que se racione la escasez en época de crisis.

Es santa. Y pecadora.
Nosotros tenemos vida, aunque en nuestro interior, haya células muertas.
No estamos vivos y muertos a la vez. Tenemos vida, estamos vivos. Por lo menos por ahora, ¡no!

¿Quien entiende el asunto de casta y meretrix? Pregunta Simón a SickBoy & La Tripulación.